Portugal, mas allá del Algarve, Agosto 2012 (II): Noche en Monte Clérigo.

A la mañana siguiente quería ya un poco de pista y testear con baches la resistencia del sistema de maletas. Usando los tracks que llevaba me dirigí a realizar parte de lo que hice justo un mes atrás en solitario. La diferencia esta vez aparte del dueto y el equipaje ha sido el paisaje, un incendio ha desdibujado la alegría que transmitían las tierras del Algarve, gran parte calcinada, transmitiendo una impotente sensación de desolación. Espero que no tarde demasiado en recuperarse, será triste volver a realizar estas pistas.

Portugal

Proseguimos el día sin percances, algún árbol cortando el camino, alguna que otra “cerveja sagres”, algún pueblo encantador, la bonita ciudad de Silves… Esta noche quería dormir en la playa oeste de Sagres, la de los surferos, como otras veces, pero nunca lo había pretendido en Agosto. Ya tarde me dispuse a descargar y asegurar la moto, Anne en su primera pernocta en una playa y a oscuras andaba un poco preocupada. Tampoco ayudó encontrarnos a un individuo buscando “chatarra” en la basura. La verdad, el ambiente parecía mas denso que en otras ocasiones. Finalmente cuando ya habíamos elegido el lugar donde dormir un poco a resguardo del viento y con casi todo desmontado se me ocurrió hablar con un pescador que había llegado en coche, nada como información de primera mano de los locales. La conversación en portoñol me hizo cambiar de opinión, el señor llevaba gafas de visión nocturna y varias veces me dijo que aquí y allá había uno u otro escondido… aquello parecía una emboscada enemiga, en alguna ocasión me pasó las gafas para que lo comprobara por mi mismo aunque yo no conseguí ver a nadie. No me recomendó en absoluto dormir en agosto en las playas del Algarve, había demasiada gente rara y mas ahora con la inventada crisis, aparecían a la par que aumentaba el turismo. Ya no podía estar tranquilo. Con pereza y siendo la una de la madrugada volvimos a montar el equipaje y nos largamos a poner cara de penita al camping. El señor muy amable, nos permitió entrar a montar la tienda, eso si, con la moto fuera por el ruído, lógico. El camping ya lo conocía y a la mañana cuando nos cobraron me volvió a parecer caro.

El sábado comienza nuestro ascenso hacia Lisboa. Si bien el atlántico del sur del algarve es precioso el atlántico del oeste resulta espectacular. El camino lo continuamos lo mas cerca posible de los acantilados con pistas arenosas y carreteras pequeñas y divertidas. Cada poco cruzamos pueblos encantadores sin demasiada explotación urbanística, muy lejanos de las grandes urbanizaciones mastodónticas que nos tiene acostumbrado el aberrante mediterráneo español. Las playas que se alternan entre los acantilados son casi idílicas a pesar de la aglomeración típica de agosto.

Hoy decidimos que nos merecíamos algo de tranquilidad y hacia el medio día paramos en la “praia de Monte Clérigo”, además me apetecía hacer uso de la sombrilla playera que transportaba desde Málaga, todo un lujo, ! en moto y con parasol ! Este “grupo de casas” que no se si catalogarlo como pueblo me dio bastante buenas sensaciones, las casas con la ropa tendidas en los patios, ninguna fea valla intimidatoria marcando los límites de las propiedades y el ambiente relajado general nos animaron (mas a mi que a Anne) a dormir, esta vez si, en la playa. Incluso me aventuré a dejar todo el equipaje en la moto además de las pesadas botas endureras para que se airearan a la mano de todo dios solo con el custodio de los amigos felinos. Disfrutamos de unas buenas horas de sol, un agua que cortaba la circulación y, como no, alguna que otra sagres. Para la cena nos conformamos con un bien nutritivo arroz con tomate y atún al fuego del camping gas y la compañía de las estrellas en la playa…

A pesar de ser agosto tuvimos que abrigarnos bien para dormir al raso en la playa y aún así no fue suficiente, sobre todo Anne pasó algo de frío. Nos recompensó el manto estrellado y el canto constante del océano aunque algunos minúsculos invitados nos dejaron de recuerdo varias picaduras y creo que alguno se nos sumó durante algún momento al viaje continuando su molesta labor… esto de dormir en las playas conlleva sus riesgos, pero compensa. La moto nos esperaba arriba en el pueblo impasible, todo en su sitio, engraso cadena y nuevamente emprendemos camino.

Continúa…