Este sábado quedamos unos cuantos amigos para ir a rodar en la nieve. De los cuatro valientes iniciales por diversos motivos solo quedamos dos: Una ktm 690 y mi bmw 650 xc y vaya si la liamos.
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Ya imaginaba que nos encontraríamos dificultades, con la ola de frío y nevadas de la semana, la salida prometía dificultades pero no me imaginaba que tantas! además del elemento nieve con cota a partir de los 300 metros nos vimos obstaculizados con multitud de árboles tumbados que nos obligaron a pasar literalmente las moto a pulso por encima y por debajo de ellos y menos mal que son trails “ligeras”!
Aún con el frío y temperaturas cercanas a los 0 grados, en diversas zonas sudamos de lo lindo e incluso mi bmw, que no iba equipada con el calzado adecuado, hizo la cafetera en una subida cuando luchaba lo imposible por no quedarse estancada al azote del acelerador.
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Pero lo peor vino por la variante de ruta… mi compañero, al cual le debo una emboscada a la altura de la acontecida me prometió una variante rápida y sencilla y “todo para abajo” que mil demonios no atinarían a plantearla con tan mala suerte 🙂 Lo que debían ser pistas eran trialeras con el corrimiento de tierras y subidas imposible de barro y nieve con piedras y árboles. Situaciones complicadas que solo con cabeza fría pudimos superar. Ya nos veíamos dejando la moto y saliendo por patas antes de que nos comieran los lobos y nos congeláramos en el monte.
Tengo que agradecerle a mi compañero su magnífica compañía y serenidad. Es grato compartir rutas con alguien que siempre busca la solución al problema y sabe evaluar las mejores opciones aún cuando la cabeza te pide esconderte bajo tierra. Entre los dos supimos superar todos los problemas victoriosos y sin fisura moral.
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Aunque es la primera vez que comparto ruta contigo, por seguro viajaría hasta el lugar mas recóndito y difícil contigo compañero 🙂 Ningún reproche por la variante, también me gusta la “salsa” y me lo pasé en grande y ten por seguro que repetiría.
Para colofón en el tramo final aparecieron inmensas placas de hielo sobre la nieve compactada, un par de bailes y risas con acrobacias antes de aterrizar en el suelo se llevaron ya las inexistentes fuerzas y exhaustos conseguimos salir a carretera que como naufrago que llega a tierra me incliné para besar su suelo.
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Y todo esto sin bocado que llevar a la barriga, un duro castigo para nuestro estómago vacío en tal colosal paliza. El humilde bocada a las 17.00 en el bar nos pareció gloria y nos valió para recuperar fueras y poder volver a casa. No sin antes comentar y reír sobre la aventura que como a toro ya pasado solo quedan los buenos momentos.
Y solo quede decir… ¡Qué gran día!
Nos vemos en la próxima 🙂