Investigación en solitario

Ya era hora de empezar con el relato de rutas como me había propuesto. Le ha tocado para el estreno quizás la que menos relevancia como ruta pueda tener pero no por ello merece menos cariño. Me lo he pasado genial en esta incursión en solitario, situación que aporta por un lado una mayor necesidad de precaución pero por otro una mayor responsabilidad en las acciones que se acometen y valoraciones de los riesgos que en cierta manera te hacen estar mas vivo y alerta, y eso me gusta. Además al ir en solitario siempre surgen de manera espontánea encuentros fortuitos con lugareños con los que se pueden intercambiar variedad de impresiones y aprender en mas profundidad sobre las entrañas de tu entorno, estos mismo encuentros cuando se va en grupo no se prestan por lo general a la misma facilidad para largas conversaciones, cuando el tiempo es enteramente tuyo, haces lo que quieres.

Prácticamente se me ocurrió la ruta el mismo viernes pues no sabía hasta último momento (suele ocurrir) como se me iba a organizar el fin de semana. Concretado, me decidí por salir a realizar investigaciones sobre una gran ruta que estoy preparando en conjunto con el amigo Willy, así que propuse la salida por si algún valiente se decidía acompañarme y como ciertamente la propuesta fue realizada tarde no pude conseguir ningún incauto, otra vez será. Así que decidí salir solo.

La ruta en si fue bonita, con sus riesgos, zonas frondosas, alguna trialera, ciertos vadeos interesantes y muy meditados y ciertos momentos de calurosas situaciones donde sudé la gota gorda para sacar a la no tan gorda pero que no se como diablos a veces parece tan pesada. La investigación ha sido todo un éxito consiguiendo enlazar parte del trazado eliminando varios kilómetros de carretera que suelen dar alergia cuando se prolongan demasiado.

El inicio fue tarde, al no haber quedado con nadie me costó despegarme de las sábanas, se estaba muy agusto y pensar en el traje de romano comparado con la benevolencia de la cama se me hacía duro, casi dudé por un instante. Afortunadamente el despertador volvió a insistir y esta vez recordé lo bien que me lo paso en moto. Vestido y dispuesto salgo dirección a la vieja carretera del pantano el agujero, antes de meterme en faena paro a desayunar en una ventita muy agradable a los pies del jardín de la Concepción. La zurrapa casera deliciosa y el primer buen rato de conversación agradable con el “cuñao” de la dueña, quien me puso al día de la situación del lugar y de como le van a obligar (para el lunes) de quitar los pocos animales que está criando tras el bar, una lástima, preciosa la “guarrilla” vietnamita que tienen. Con el estómago satisfecho comienzo ruta y me dirijo al primer entuerto, difícil encontrar un paso que franquee las pedrizas, la autovía y el río, quería evitar el parque natural de los montes de málaga, conocido por todos por la concienzuda vigilancia desarrollada por los amigos de verde… pero después de algún que otro atasco, sudar de lo lindo y varios vadeos “conflictivos” decido volver por mis pasos un tramo y probar a meterme, aunque lo menos posible por el parque natural.

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Con ese propósito me aventuré por una vereda que subía en zigzag dirección “aparentemente” hacia un posible camino según marcaba el gps, todo un acierto y junto con algún paso bonito por su frondosidad y una trialera fácil acabo en el camino que quería, ahora tocaba lidiar con el parque y sus leyes. Sigo el camino, todo bien pero…  ¡mierda una vaya! aunque está abierta… aunque puede que cuando haga la ruta esté cerrada… ¿ qué hago ? ¿ y si me empapelan ? Con prudencia y a velocidad muy legal me adentro, no pensaba renunciar a todo lo conseguido tan fácilmente. Al poco me topo con un ciclista, segundo encuentro interesante, le doy el alto y me pongo a hablar con él de como está el tema por la zona. Resulta que es un guardia civil que vive por la zona muy amable y con el que obtengo tras un buen rato de charla las suficientes conclusiones como para dar por válido el tramo, siempre y cuando se realice a velocidad muy normal, ¡Victoria! GPS en mano, un cruce, otro, una vaya, variantes, un abejorro enorme que me ataca y finalmente consigo el propósito, ¡ enlazar el TR08 !

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Estoy tan motivado que con la buena hora que llevo hasta me propongo elaborar una variante mas por si las moscas. Esta tarea resultó imposible pero me llevó al tercer encuentro con un lugareño. Un tipo peculiar de 60 años, que vive sólo en su “lagar”, del campo y lo que le da la tierra… enriquecedora conversación con la perspectiva del mundo de quien vive de una manera tan distinta a la ciudad.

Finalmente llego a Colmenar y subo por la carretera para volver a casa satisfecho del trabajo. Como me lo merecía paré en la magnífica venta de la fuente de la reina donde me supo a gloria el cordero en salsa de almendra, la cerveza bien fría y el entorno admirable.

Nos vemos en la próxima!